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Oscar Bonifacino, el boxeador gay que dejó atrás un mundo problemático y se animó a ser feliz: “La gente que me rodea me aceptó y me sentí libre”
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Sábado, 2 de agosto de 2025

Tiene 21 años y, entrenado por una mujer y manejado por Sampson Lewkowicz, sueña con ser contendiente a un título mundial.
"En mi casa sufrí mucha violencia física y verbal. No recuerdo cosas lindas de mi familia", confiesa.


Los manuales de periodismo enseñan que algunos de los criterios para que un hecho sea noticiable son la novedad y la singularidad, y que esos criterios están determinados por los parámetros culturales de una sociedad. Quizás en un tiempo, más breve que extenso, una historia como la de Oscar Bonifacino no revista condición novedosa o singular. Sin embargo, en estos días todavía la tiene.

Bonifacino tiene 21 años, es uruguayo y boxeador profesional. Es un producto del semillero que genera el trabajo de la Comisión Uruguaya de Boxeo Amateur y Profesional (CUBAP), debutó en el deporte rentado hace cinco meses y en junio fue uno de los protagonistas del festival KO a las Drogas, que organiza la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y que se llevó a cabo en el Casino de Buenos Aires. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Salvo que Bonifacino es gay y lo expone con orgullo. Pero no solo eso.

Mario Benedetti fue uno de los literatos uruguayos más reconocidos en su país y también fronteras afuera. Mario Benedetti es también el nombre de un asentamiento emplazado sobre una cantera abandonada en la ladera de un cerro en el norte de la ciudad de Maldonado. Allí se crio Bonifacino, en el seno de una familia de campo, con un padre violento y nueve hermanos. “Mi infancia fue bastante dura. En mi casa sufrí mucha violencia física y verbal. No recuerdo cosas lindas de mi familia, nunca tuve el cariño de ellos”, cuenta el púgil.

Si la infancia fue áspera, la adolescencia no hizo más que empeorar las cosas. “Cuando empecé a estudiar en el liceo (el colegio secundario) fue cuando más problemas tuve. Era rebelde y si me jodían, me iba a las piñas. Además andaba en lugares en los que no tenía que andar”, rememora. Ese deambular también lo expuso a situaciones de consumo problemático de sustancias. De aquel laberinto emergió cuando tenía 18 años con la ayuda de una de sus cuñadas, Jacque, y del boxeo, pese a que hasta entonces jamás había practicado un deporte.

Oscar Bonifacino debutó como amateur apenas un mes después de haber comenzado a practicar boxeo. Foto: Javier Martínez - KBZA.Oscar Bonifacino debutó como amateur apenas un mes después de haber comenzado a practicar boxeo. Foto: Javier Martínez - KBZA.
- ¿Cómo llegaste por primera vez a un gimnasio?

-Yo estaba cansado de lidiar con esas situaciones. Un día tuve un problema muy grande y le dije a Jacque que necesitaba hacer algo porque iban a terminar lastimándome. Ella me dijo que iba a terminar preso o en una cuneta, y me propuso que empezara a practicar boxeo para que canalizara mi energía y mi ira. Al principio le dije que no porque pensaba que si alguien me pegaba un piñazo en el gimnasio, yo iba a sacarme los guantes y lo iba a cagar a palos. Además no tenía plata para pagar un gimnasio, pero ella se ofreció a pagármelo. Empecé con tres amigos de la calle, con los que andaba por todos lados. Y desde ese momento nunca salí.

Luis Castro Veloz fue su primer entrenador y quien lo incentivó para que debutara como aficionado apenas un mes después de haberse calzado un par de guantes por primera vez. “Cuando me lo propuso, yo le dije que ni loco porque me iban a matar a palos. 'Yo te veo bien, sos un gurí fuerte y que va para adelante', me dijo. Y me convenció. Yo ni siquiera sabía pararme, pero tenía fuerza, ímpetu. Gané y ese día me di cuenta de que ese era mi lugar”, asegura Bonifacino, a quien apodan La Bestia.

El día en que hizo su tercera pelea amateur, conoció a Elizabeth Cabrera, quien es boxeadora profesional, pero también (y fundamentalmente) entrenadora. Bonifacino quedó fascinado con la modalidad de trabajo de Cabrera en su gimnasio, el Knockout Center de Maldonado, y con los resultados que eso generaba (“sus chicos eran unas máquinas”, destaca), y le pidió incorporarse a su grupo. Ella lo aceptó y desde entonces se gestó un vínculo que perdura y que trasciende la relación habitual entre una técnica y un pupilo.

Oscar Bonifacino junto a Elizabeth Cabrera, su entrenadora. Foto: Instagram @oscar.bonifacino_Oscar Bonifacino junto a Elizabeth Cabrera, su entrenadora. Foto: Instagram @oscar.bonifacino_
“Más que mi entrenadora, es como una madre. Es una persona sumamente importante para mí. Desde el primer día me abrió las puertas de su gimnasio y de su casa, me ayudó con la comida, me dio ropa. Yo iba a entrenarme con los championes rotos y ella me regaló unos nuevos. Siempre le voy a estar agradecido porque todo lo que hemos logrado y lo que vamos a lograr es mérito de ambos”, resalta. Cabrera, que tiene apenas cinco años más que él, también fue la primera persona con quien pudo sincerar una situación que lo atormentaba.

-¿Cuándo pudiste percibir claramente cuál era tu orientación sexual?

-Cuando comencé a boxear. Antes, cuando vivía con mi padre, él me pegaba para enderezarme y yo había bloqueado esa parte de mí, decía: “Yo no soy gay, yo no soy gay”. Incluso tenía novias. Pero un día me fue mal en una pelea porque me estaba viendo con un chico a escondidas desde hacía meses y estaba cansado de esa situación. Después de esa pelea, le dije a Eli: “Te tengo que contar algo, ya no aguanto más”. Se lo conté. Y desde ese momento las cosas fueron mucho mejor.

-¿Te ayudó a sentirte más libre poder contar quién sos?

-Totalmente. Creo que parte de lo que me pasó cuando era chico fue por no poder ser quien realmente era en ese momento y quien hoy soy. Yo no sabía cómo podían tomarlo en el mundo del boxeo, pero la gente que me rodea, mis compañeros y mis amigos, me aceptaron, me impulsaron, me aconsejaron. Y me sentí libre, feliz. Siempre fui una persona alegre, pero me faltaba un plus. Y esto me ayudó a completarme.

Oscar Bonifacino fue segundo en el Campeonato Latinoamericano Amateur organizado por el Consejo Mundial de Boxeo en octubre de 2024. Foto: Instagram @oscar.bonifacino_Oscar Bonifacino fue segundo en el Campeonato Latinoamericano Amateur organizado por el Consejo Mundial de Boxeo en octubre de 2024. Foto: Instagram @oscar.bonifacino_
Desatar ese nudo le permitió cerrar su recorrido aficionado con solo dos derrotas en sus últimos 14 combates y conseguir el segundo puesto en el Campeonato Latinoamericano Amateur organizado por el Consejo Mundial de Boxeo en octubre de 2024 en Carahue (Chile). El 22 de febrero pasado, debutó como profesional con una victoria por nocaut técnico en el segundo asalto ante Matías Gabrielli en Maldonado. Después de esa presentación, hizo público lo que había compartido un tiempo atrás con las personas más cercanas. “Soy una persona libre, soy un hombre gay”, dijo sobre el cuadrilátero.

Exponerse así, en pleno siglo XXI, puede ser usual en algunos ámbitos, pero no en el muy masculinizado universo del boxeo profesional, en el que existen poquísimos antecedentes. El estadounidense Emile Griffith, campeón mundial wélter y mediano en la década de 1960, convivió con rumores durante toda su carrera, pero recién en 2005, casi tres décadas después de su retiro, se definió como bisexual. El puertorriqueño Orlando Cruz, representante olímpico en Sídney 2000 y dos veces retador mundialista, contó en 2012 que era homosexual cuando todavía estaba activo. Entre las mujeres es algo menos infrecuente: lo han hecho varias pugilistas, entre ellas las campeonas mundiales inglesas Terri Harper y Lauren Price.

En su primera pelea profesional, Oscar Bonifacino noqueó a Matías Gabrielli en Maldonado. Foto: Instagram @oscar.bonifacino_En su primera pelea profesional, Oscar Bonifacino noqueó a Matías Gabrielli en Maldonado. Foto: Instagram @oscar.bonifacino_
La segunda actuación profesional de Bonifacino fue el 14 de junio, en la segunda noche del festival KO a las Drogas en Buenos Aires. Subió al ring un rato después de la presentación de Nonito Donaire, la gran atracción de la velada (el filipino le ganó al chileno Andrés Campos por el título interino gallo de la AMB) y derrotó por puntos al porteño Matías Yanguas, pese a que en los días previos había padecido una tendinitis en su mano derecha.

“Fue increíble pelear después de Nonito en una cartelera como esa. Yo no estaba acostumbrado a tantas cámaras y tantas luces, pero las manejé muy bien. Me sentí feliz, disfruté todo el tiempo, no me pesó el público ni que mi rival fuera argentino. Todo el tiempo pensé que estaba en mi casa y que si estaba ahí, era por algo”, destaca Bonifacino, quien desde hace algunas semanas está radicado en Montevideo.

Oscar Bonifacino, con la bandera arcoíris en la faja de su pantalón. Foto: Boxeo de Primera.Oscar Bonifacino, con la bandera arcoíris en la faja de su pantalón. Foto: Boxeo de Primera.
En su pelea ante Yanguas en el Casino de Buenos Aires, La Bestia utilizó un pantalón cuya faja replicaba la bandera arcoíris, un símbolo de la comunidad LGBTIQ+. Ello, la visibilidad que le otorgó haber participado en una cartelera de semejante dimensión y su decisión de contar su historia le dieron un grado de exposición que no esperaba. Muchísimas personas lo contactaron y las interacciones fueron, en su mayoría, positivas.

-¿Por qué creés que pasó eso?

-Porque estoy mandando un mensaje de libertad: cada quien tiene que ser feliz como es, no tiene que esconderse, tiene que ser auténtico. Y es un mensaje claro para todos los que creen que por tener una orientación sexual diferente no pueden lograr lo que se proponen. Yo muestro que se puede. En un deporte muy masculino como el boxeo, estoy rompiendo todos esos tabúes.

Con proyección internacional
Después de su primera pelea profesional, Oscar Bonifacino firmó contrato con el promotor uruguayo Sampson Lewkowicz, un hombre de vastísima trayectoria en el mundo del boxeo, quien le dio su primera oportunidad a Manny Pacquiao en Estados Unidos, acompañó a Sergio Maravilla Martínez en el tramo más destacado de su carrera y hoy trabaja con varios púgiles de primer nivel como los campeones mundiales David Benavídez, Sebastian Fundora y Gabriela Fundora.

“Sampson es un promotor que apuesta por el boxeo uruguayo. Que él me haya elegido es muy grosso para mí”, valora Bonifacino, quien confía en que el apoyo del empresario le permitirá avanzar hacia el objetivo con el que sueña cualquier persona que elige este deporte: “Creo que en dos o tres años voy a estar peleando por un título. No si será un campeonato mundial, pero sí alguno que me acerque a ese objetivo”.

En el festival KO a las Drogas, Oscar Bonifacino venció a Matías Yanguas en el Casino de Buenos Aires. Foto: Boxeo de Primera.En el festival KO a las Drogas, Oscar Bonifacino venció a Matías Yanguas en el Casino de Buenos Aires. Foto: Boxeo de Primera.
Lewkowicz, por su parte, considera que la decisión del púgil de hablar públicamente sobre su orientación sexual no será un obstáculo para su carrera, sino todo lo contrario. “Él fue sincero al contar quién es y por eso va a ser un ejemplo y va a atraer gran cantidad de gente”, analiza. Y revela que en Estados Unidos ya le han manifestado interés por el boxeador.

El promotor remarca la importancia de llevar con cuidado la carrera de un peleador de apenas 21 años, pero está convencido de que tiene un enorme potencial en sus manos. “Oscar es muy responsable. Además, es un boxeador que va para adelante y tira golpes. Hay que llevarlo despacito, es un trabajo de años. Llevará tiempo, pero creo que va a ser el boxeador más famoso de Sudamérica”, pronostica.


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